Pocos hombres se dedicaron a su afán por aportar algo al
mundo, los denominados Filósofos. Grandes pensadores que cedieron su
vida por una causa con la que ilustraban un pensamiento y elaboraban una ideología que marcaria los pasos hacia un nuevo mundo.
A los largo de mi vida, me he dado cuenta de que para tener valor y reconocimientos, tienes que tener un nombre. Una palabra que
identifique y que marque la diferencia, o lo que también, podríamos llamar una
marca. Al fin y al cabo, es una palabra que en la mente de la gente denota una
serie de características y atributos que la identifican.
Pocos hombres se dedicaron a su afán por aportar algo al
mundo, y muchos fueron los que criticaron. ¿Y que es la critica, sino un
pre-reconocimiento de una teoría?.
Nos pasamos la vida intentando encontrarle sentido a nuestra
existencia y escuchamos a los “con nombre” para que nos guíen con sus sabias
opiniones. Necesitamos que nos marquen unas bases teóricas para poder afrontar los
acontecimiento y poder saber que es lo correcto. Necesitamos y necesitamos, porque
la base de vida es la necesidad. Basamos nuestra existencia en un modelo de referencia que
idealizamos para poder formar parte del paquete existencial.
Pocos hombres se dedicaron a su afán por aportar algo al mundo,
unos hombres que en su búsqueda esperaban conseguir un mundo idealizado que presentaban como la alternativa al mundo realmente existente. La felicidad plena
de todo ciudadano era la búsqueda de un mundo mejor. Claramente lo que se llama
utopía, y ¿qué es la utopía sino un nombre utópico que lleva a una idea
utópica?
Pocos hombre se dedicaron a su afán por aportar algo al
mundo, y todos se empeñan en poner le nombre a lo innombrable. ¿Y que es un nombre
sino, simplemente, un nombre?. A menudo, me pregunto como es posible que
alguien tenga el valor de poner nombre a un sentimiento, a una esperanza o a
un fracaso. Pero los nombres siguen apareciendo en mi cabeza cuando intento
referirme a algo.
Pocos hombres se dedicaron a su afán por aportar algo al mundo,
pero ninguno consiguió dejar de pensar en nombres para expresar un sentimiento sin
pronunciar una palabra.
Y dicen, que sino tienes nombre no eres nadie, que si no
puedes pronunciar algo no es nada. ¿Y
que sucede cuando sientes algo que eres incapaz de describir, cuando no puedes
ponerle un nombre?
Algunos hombres se dedicaron a su afán por aportar algo al mundo, pero pocos se dedicaron a aportar algo a sus sentimientos.
Algunos hombres se dedicaron a su afán por aportar algo al mundo, pero pocos se dedicaron a aportar algo a sus sentimientos.
Ellos creen en un mundo utópico de felicidad, pero yo creo q
en un mundo donde el sufrimiento también ocupa un papel protagonista; porque
las personas felices no tienen historia. Y sin historias de las que aprender, con
las que vivir y con las que soñar, simplemente no existiría la utopía.
Pocos hombres se dedicaron a su afán por aportar algo al
mundo, solo los genios fueron capaces de aportar arte al sentimiento.
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