No es cosa de las suposiciones que un niño pregunta y un
padre responde. No es cosa de las suposiciones que en la pregunta viene el
desconcierto que busca la sabiduría en la respuesta.
Es cosa de las suposiciones que el “sabio” desprende un aura
de sabiduría, y que en su bolsillo derecho cuenta con la clave de la verdad
relevante y la forma inolvidable.
No es cosa de las suposiciones que es una relación empática,
y que el vinculo entre ellos despierta pasiones. Esa mirada como herramienta
vital de los sentidos que sin suposición supuesta es la verdad verdadera de la
complicidad.
No es cosa de las suposiciones que el lenguaje de su
comunicación es sencillo y que su finalidad es la comprensión: un aprendizaje
rápido, cariñoso y que emana suspiros de confabulación.
Es cosa de las suposiciones que las preguntas son preguntas
y las respuestas son respuestas. Que el cosquilleo de la incertidumbre
desprende ganas de conocer y que cuando llega el conocimiento se convierte en
el cable contiguo que desprende nuestra pierna hacia el primer paso.
No es cosa de las suposiciones que basamos nuestra
existencia en los dogmas de otros a los que autodenominamos “sabios”; algún
parecer encontraremos en ellos que nos hacen sentir que nuestra vida cobra
sentido y que nuestros actos estas refutados por la teoría correcta. Pero en un
punto minúsculo, de una decima de segundo, de una franja en el espacio- tiempo
decidimos sentirnos lo suficientemente locos como para pensar que podemos
cambiar el dogma. Y esa locura que la clave de nuestra supervivencia moral y
personal.
Es cosa de las suposiciones que la clave en el momento de su
fin se convierte en el triunfo, pero no es cosa de las suposiciones que el
camino hacia el se vuelve solitario. Sabemos que forma parte de la practica
enfrentarse a lo desconocido y tener la capacidad de dar el paso cuando la
oscuridad es lo único que entra por tu ventana y los calambres lo único que
desprende tu cabeza.
Ahora mismo sólo se que NO es cosa de las suposiciones que
algunos pocos forman parte del juego, y que sólo los locos son capaces de
exigir su casilla en el tablero. Que es cosa de mi suposición condicionada que
la puerta siempre se cierra y que nos aferramos tanto en ella que no podemos
ver las que se abren.
es la ley de la vida q cada vez q se nos cierra una puerta, se nos abre otra.. Lo malo q con frecuencia miramos con demasiado ahínco hacia el pasado y añoramos la puerta cerrada con tanto afán, q no vemos la q se acaba de abrir.
ResponderEliminaralbert scheweitzer.
:) mua
pd.muy bueno tu post como d costumbre..sigue asi!muaaaaaaaaa
Parece que aun te acuerdas amiga! Deja de camuflarte en nick y da la cara! :)
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