jueves, 9 de febrero de 2012

Siente!

Las sensaciones nos mantienen con vida.

La emoción no es un cubo contenido, no hay silencio que reviente la noche.

Dolor de herida abierta es nada, paso de gato en un teatro vacío, espejos ciegos, la caída de Troya sin caballo, felicidad sin sonrisa y el infierno sin fuego. Ojos con la luz apagada, caramelo con sabor a nada, mierda disfrazada de princesa, aliento con sabor a maravilla.
Cubo hermético contenido en si mismo: Atados y amordazados, castrados, locos y mil veces malditos. Reptamos por los muros arañando, sueños hasta lamer la sangre propia.

A menudo damos nuestro cuerpo por sentado.
Nuestra maquina es tan compleja que nos desconciertan lo que ocurre en su interior. Las sensaciones nos mantienen con vida. Empiezan en nuestra piel. Las fibras nerviosas reaccionan a una velocidad increíble. La velocidad de las señales es crucial. La estructura de los nervios hace que sea posible. Se transmite mediante estímulos directos al cerebro.

Las sensaciones trabajan mas rápido que la velocidad del pensamiento.

No hay piedra que entierre la emoción, ni ataúd que mate el sentimiento. No hay prisión que pueda encarcelar aquel momento, ni momento que pueda borrarse de la historia. No hay Troya sin caballo, ni playa sin ti.

Te invito a sentir.



lunes, 23 de enero de 2012

Una vez más, sólo una más!


A veces la fruta prohibida parece mas dulce.

La vida es la vida y el recorrido es, simplemente, el recorrido. Formamos un eco-sistema plagado de caminos y senderos por los que las personas circulamos. En un momento un semáforo pasa del verde al rojo y  mantenemos los pies quietos para ceder el paso a otras personas que han optado por un sendero diferente. Con la cabeza alta, firme y hacia arriba seguimos caminando, con el objetivo de llegar, siempre llegar. ¿a dónde?, supongo que dentro del sistema, en un momento de nuestra circulación vital, decidimos descarta y elegir un camino; y esto, es lo que nos define como una determinada persona.

Seguimos andando, y la vida sigue siendo la vida. Andamos con rumbo directo sin dudar y de repente, algo pasa, encontramos una barrera en nuestro camino y tenemos diferentes opciones: podemos intentar bordear el muro o saltarlo, pero hay alguien que se pregunta que habrá detrás de esa pequeña puerta. Está ahí en medio del muro y tiene una señal casi mas grande que la misma puerta con un símbolo eléctrico. Entonces surgen las preguntas, el desconcierto, la incertidumbre. Supongo que en nuestra educación primaria nuestros formadores, nos enseñaron todo un mundo de posibilidades con su otro mundo de caminos predeterminados con los que llegar. Pero a alguien en algún punto se le olvido mencionar la “puerta secreta”. Entendemos lo que es una meta y lo que es un camino; pero no llegamos a entender lo que es una piedra, una puerta o un muro que te acorrala. Por este motivo, el ser humano no puede procesar una vida llena de obstáculos cuando ha conseguido elegir su futuro y la reacción del cuerpo es la enfermedad, la depresión o desmotivación y apatía ante la dificultad. Entones, ya no circulas por el eco-sistema, simplemente, te dedicas a observar con tu paquete de palomitas, y esperas a verlas pasar, para decidir si quieres volver a formar parte del circulo.

Está ahí, mirando la puerta con la señal, su cabeza intenta procesar esa información, pero no puede encajar donde meterla, si en: “camino” o en “meta”. Su cerebro no puede resolver una información que previamente no a sido introducida en su cerebro. Pese a esto, las ganas de saber, la indecisión, el dilema no paran de aparecer como preguntas. Pero esa señal indica claramente que no podemos abrirla, que puede ser peligroso, pero… ¿por qué?. Quiere saber, y el interés por segundo para a ser una necesidad; donde la única manera de saciar la sed es adelantar la mano hacia el pomo.

Ahora, la meta del camino pierde sentido para el, solo pasa una cosa por su cabeza: la puerta en el muro, la fruta prohibida. Y ni siquiera el pensar las horribles consecuencias son un obstáculo, porque lo único que importa es probar la droga, el deseo de saber a que sabe la fruta prohibida, porque seguramente, ese momento será el mas estimulante de su vida.

En un segundo de ese minuto decisivo, el cuerpo reacciona y la mano se adelanta como reacción impulsiva. Los ojos abiertos y un pequeño gusanillo en el estomago, el sudor frio con el corazón bombeando. Ahí está, la fruta prohibida, es una fresa con un color tan intenso que es casi imposible negarse a probarla. Tu boca siente la textura, tus labios se humedecen y sientes el frescor. Ese es el motor de tu vida, la droga impedida, porque a veces, la fruta prohibida parece mas dulce.

jueves, 19 de enero de 2012

La locura!


“Hola me llamo Ricardo, tengo 34 años, hace algún tiempo que me fui de casa. Ahora vivo en un loft en Paseo de Gracia. Estoy soltero y tengo la vida que quiero. No voy a perder mi tiempo en contaros cual es mi rutina, solo diré que tengo un cargo de ejecutivo en KPMG Auditorias.
Cuando no estoy en el trabajo me encanta juntar a mi circulo mas cercano y poder disfrutar de cualquier momento. Y creerme, en el fondo todos saben que yo soy el mejor anfitrión.
Disfruto cuidando mi imagen, normalmente me veras con un traje Hugo Boss y unas gafas de sol Armani. También, suelo salir por la noche , pero prefiero un bar donde se pueda propiciar una buena conversión. Mi compañero de batalla, creo que ya sabéis, un gin tonic”



Hay un momento en el transcurso de un largo minuto en el que el instante es destruido. La destrucción es un daño muy grande en una cosa material o inmaterial, algo grande e importante; o mejor dicho, importante para ti. El momento del que hablamos es inmaterial, porque seria absurdo hablar del dolor de algo que se puede reemplazar.
No recuerdo exactamente en que punto de aquella semana perdí el control. Pero en ese punto la locura la convertí en realidad y esa realidad paso a formar parte de mi vida durante dos días.
Puestos a analizar es bueno saber o determinar que antes de padecer la locura, hubo un antes y, en consecuencia, un después. Y posiblemente, evitando el “antes” no se hubiera producido la “locura”. Pero puestos a seguir analizando, sin el “antes” no existiría el “después”. Y esos punto que se unen o se separan son los reflexivos que aparecen como créditos de película después de la auto-destrucción. Se ve necesario entonces, siempre pensar en el antes y no sólo en el después, de no ser así seria complicado para el medico conseguir una cura sin saber de donde viene la enfermedad.
El después, es consecuencia y de alguna manera las consecuencias son pasivas, simplemente vienen el relación al acontecimiento. Por ello, tampoco creo conveniente entrar a valorarlo, pues el comportamiento que tengas después de la locura es consecuencia de ese “antes”. No podre juzgar tu irracionalidad cuando tu racionalidad murió en aquel punto. 




Un minuto de silencio: Las grandes locuras acabaron como grandes ideas.

viernes, 13 de enero de 2012

La suposición supuesta.


No es cosa de las suposiciones que un niño pregunta y un padre responde. No es cosa de las suposiciones que en la pregunta viene el desconcierto que busca la sabiduría en la respuesta.

Es cosa de las suposiciones que el “sabio” desprende un aura de sabiduría, y que en su bolsillo derecho cuenta con la clave de la verdad relevante y la forma inolvidable.

No es cosa de las suposiciones que es una relación empática, y que el vinculo entre ellos despierta pasiones. Esa mirada como herramienta vital de los sentidos que sin suposición supuesta es la verdad verdadera de la complicidad.
No es cosa de las suposiciones que el lenguaje de su comunicación es sencillo y que su finalidad es la comprensión: un aprendizaje rápido, cariñoso y que emana suspiros de confabulación.

Es cosa de las suposiciones que las preguntas son preguntas y las respuestas son respuestas. Que el cosquilleo de la incertidumbre desprende ganas de conocer y que cuando llega el conocimiento se convierte en el cable contiguo que desprende nuestra pierna hacia el primer paso.

No es cosa de las suposiciones que basamos nuestra existencia en los dogmas de otros a los que autodenominamos “sabios”; algún parecer encontraremos en ellos que nos hacen sentir que nuestra vida cobra sentido y que nuestros actos estas refutados por la teoría correcta. Pero en un punto minúsculo, de una decima de segundo, de una franja en el espacio- tiempo decidimos sentirnos lo suficientemente locos como para pensar que podemos cambiar el dogma. Y esa locura que la clave de nuestra supervivencia moral y personal.

Es cosa de las suposiciones que la clave en el momento de su fin se convierte en el triunfo, pero no es cosa de las suposiciones que el camino hacia el se vuelve solitario. Sabemos que forma parte de la practica enfrentarse a lo desconocido y tener la capacidad de dar el paso cuando la oscuridad es lo único que entra por tu ventana y los calambres lo único que desprende tu cabeza.

Ahora mismo sólo se que NO es cosa de las suposiciones que algunos pocos forman parte del juego, y que sólo los locos son capaces de exigir su casilla en el tablero. Que es cosa de mi suposición condicionada que la puerta siempre se cierra y que nos aferramos tanto en ella que no podemos ver las que se abren.

miércoles, 4 de enero de 2012

La nota de una vida!


En algún momento de nuestra vida, pasamos de ser la REGLA a la EXCEPCIÓN.

Cuando crecemos empezamos a cantar otra canción, y supongo que en todas las etapas de nuestra vida, o simplemente, en aquel punto minúsculo donde cambiamos, también lo hace la banda sonora que  nos acompaña.

A mi parecer cada uno de nosotros cuenta con un repertorio musical que le acompaña a lo largo de las semanas, y éste, va cambiando conforme vives determinados acontecimientos.
Para que quede claro, no es lo mismo que suene: singing in the rain un viernes por la noche después de una primera cita prometedora; que suene It´s my life de Bon Jovi cuando discutes con tus padre sobre tu futuro.

Nuestra música vital también determina, a menudo, nuestro estado anímico; y dependiendo de la que se escuche viviremos un día prometedor o desastroso.
Para que lo entendamos, es diferente levantarse con Heavy Metal, que con el sonido de los pájaros.

Ahora, y solo ahora, es cuando me pregunto: ¿A que suena mi vida? ¿Cuál es mi acorde característico?... ¿A que huele el aire que respiro?...

Tengo claras algunas cosas:
¿A que huele la fresa? A fresa.
¿A que huele el plátano? A plátano.
¿A que huele mi casa? A mi casa.
¿A que huele el coche? A coche.

Pero lo que no tengo tan claro es:
¿A que huele mi vida? A…

¿Podemos determinar el sabor, el olor, e incluso la canción que marca el ritmo de nuestra vida? Ese sonido, esa banda sonora que guiará mis pasos. ¿Y tu? ¿Si pudiéramos elegir solo una canción?.

No se que marcará mi vida o si yo misma, decidiré formar mi propia mesa de mezclas para guiar mis pasos; lo que si que tengo claro, es que cada paso, empieza con una primera nota.  

"La música constituye una revelación más alta que ninguna filosofía" Beethoven.

miércoles, 28 de diciembre de 2011

El Farero.


En algún momento de un día de verano, recuerdo asomarme por la ventana. Era pequeña y tenia un marco rustico de color blanco, el paisaje era de color ocre y sonaba el agua que chocaba contra el embarcadero. No recuerdo muy bien que hacia allí, ni en que lugar me encontraba; pero si que recuerdo a un hombre a lo lejos. Subía por un pequeño sendero hacia un faro blanco, con unos ladrillos que rodeaban la parte de arriba. Y en ese momento, recuerdo preguntarme: ¿Que clase de hombre es el que trabaja de farero?
Siempre nos hemos preguntado por muchas cosas, y siempre hemos soñado con un trabajo idílico y con un buen sueldo con el que pudiéramos vivir nuestro ocio con tranquilidad. Pero, no creo recordar, que nadie en preescolar, en su pupitre de madera dijera que lo que quería ser de mayor era farero. Ese hombre que ilumina el camino hacia a casa o aleja a los que se acercan para que no se estrellen, esas personas encargadas de la vigilancia y del cuidado del faro.
El faro es una herramienta que está situada en las rutas de navegación de los barcos y que cuenta en su parte superior con una lámpara potente, cuya luz se utiliza como guía.

Pensando, en el momento que me llevó a esa casa, también me plantee que es lo que buscaban esas personas que se suben en un barco para emprender una ruta hacia una nueva vida. Pensé en el dolor que puede sentir una persona cuando decide comenzar un viaje que cambiará su azar y con el que dejara los recuerdos del pasado. Para estas personas, ese viaje supone la salida hacia un nuevo mundo, la puerta que se abre o el sol después de la tormenta. Supongo, que estas personas, esperan de ese barco la llave hacia su nueva vida, la salvación de su alma; y esperan, también, que el viaje sea lo mas placentero y rápido posible. Necesitan esa brisa en cubierta que de algún modo, les anticipa que todo ira mejor; necesitan el olor a limpieza que purifica su alma y necesitan el sabor salado en los labios que les promete sentimientos diferentes. Es su pequeña transición hacia la libertad, hacia la tierra prometida, que después todo, no es más que la felicidad.

En algún momento de un día de verano, recuerdo asomarme por la ventana, pero no recuerdo que es lo que yo hacia allí. Volvía, la pregunta a mi cabeza: ¿Qué clase de hombre es el que trabaja de farero?. Unos instantes mas tarde, pude ver un barco, se acercaba al faro, y pude ver como la luz le indicaba el camino para desembarcar. Se escuchaba a los lejos el grito de aquellos tripulantes, el grito de la libertad. Y vi a aquel farero saludándoles, iluminándoles el camino.
Entonces todo tuvo sentido para mi, el farero tenia un papel fundamental en la vida de esas personas, sin él no podrían encontrar esa ansiada vida que buscaban en aquel barco. Era él, el guía, la esperanza…. En un mundo de oscuridad, todos necesitamos una luz, todos necesitamos algo que nos guie a través de la noche. Y ese hombre, el farero era el puro resplandor de la esperanza.

En algún momento de un día de verano, recuerdo asomarme por la ventana, y ahora ya no es una ventana extraña ni una casa desconocida. Supongo que necesitaba mirar por ella, para entender a que se dedica el farero. Ahora comprendo, que lo importante, no es donde estés, ni con quien vivas tu vida, sino la luz que te ilumina el camino hacia tu existencia, el resplandor que siempre te lleva a casa.



domingo, 25 de diciembre de 2011

El héroe que iluminó las palabras.


Hace ya mucho tiempo, un hombre sufrió mucho. Fue su vida el llanto, la enfermedad y el amor,  las que establecieron su condición. Tal y como dijo una de sus enfermeras “José, las personas que vamos por el mundo tenemos que sufrir mucho. Tu y yo, ambos, nacimos para sufrir”.

Tuvo que abandonar su vida, por la enfermedad y dejar el amor por la falta de egoísmo, prefirió marcar su camino solo y dejar a las personas fuera de una enfermedad que le desgastaría hasta morir.
Un idealista solitario, que dedico sus últimos alientos a una pequeña libreta donde expresaba lo que sentía, su alma antes de quedarse dormido.
Siempre empezaba escribiendo con pocas horas de sueño y acababa con un llanto, “lejos de salir por los ojos, que era como gotas de plomo al corazón”.

Todos los actos humanos tienen cabida para un artista y el sufrimiento inspira inmutables palabras. No importa porque moriste, solo lo que dejaste para vivir. Y esto fueron palabras, suspiros y sentimientos de amor. El amor por la vida, que forjaron una imagen heroica de tu persona. Da igual lo poco que creas hacer, porque muchos años mas tarde, un simple cuaderno fotocopiado, una caligrafía curvada difícil de leer, han impulsado un sentimiento de orgullo por la sangre.
Realmente son los pequeños actos los que tienen un gran valor, y son tus palabras las que inspiran un sentimiento de gratitud.

Nada es importante hasta que lo es, y supongo que cada persona marca la importancia de sus actos. Yo vivo para vivir y no por vivir, y tu con tus días grises, con las nieblas que describes consigues que yo, unos años mas tarde, entienda lo importarte que es una palabra para afrontar la vida.

No son palabras de gratitud, es esperanza y afán por descubrir. No se lo que me ampara la vida, ni tampoco los caminos que rechazare para elegir otros; tampoco se si serán correctos; pero no importa, porque soy yo la que siempre marcare mi destino.

Gracias José por formar parte de mi de alguna manera. Y sí, son palabras las que me acercan a ti, iguales que las que marcaron la muerte de tu alma.