jueves, 19 de enero de 2012

La locura!


“Hola me llamo Ricardo, tengo 34 años, hace algún tiempo que me fui de casa. Ahora vivo en un loft en Paseo de Gracia. Estoy soltero y tengo la vida que quiero. No voy a perder mi tiempo en contaros cual es mi rutina, solo diré que tengo un cargo de ejecutivo en KPMG Auditorias.
Cuando no estoy en el trabajo me encanta juntar a mi circulo mas cercano y poder disfrutar de cualquier momento. Y creerme, en el fondo todos saben que yo soy el mejor anfitrión.
Disfruto cuidando mi imagen, normalmente me veras con un traje Hugo Boss y unas gafas de sol Armani. También, suelo salir por la noche , pero prefiero un bar donde se pueda propiciar una buena conversión. Mi compañero de batalla, creo que ya sabéis, un gin tonic”



Hay un momento en el transcurso de un largo minuto en el que el instante es destruido. La destrucción es un daño muy grande en una cosa material o inmaterial, algo grande e importante; o mejor dicho, importante para ti. El momento del que hablamos es inmaterial, porque seria absurdo hablar del dolor de algo que se puede reemplazar.
No recuerdo exactamente en que punto de aquella semana perdí el control. Pero en ese punto la locura la convertí en realidad y esa realidad paso a formar parte de mi vida durante dos días.
Puestos a analizar es bueno saber o determinar que antes de padecer la locura, hubo un antes y, en consecuencia, un después. Y posiblemente, evitando el “antes” no se hubiera producido la “locura”. Pero puestos a seguir analizando, sin el “antes” no existiría el “después”. Y esos punto que se unen o se separan son los reflexivos que aparecen como créditos de película después de la auto-destrucción. Se ve necesario entonces, siempre pensar en el antes y no sólo en el después, de no ser así seria complicado para el medico conseguir una cura sin saber de donde viene la enfermedad.
El después, es consecuencia y de alguna manera las consecuencias son pasivas, simplemente vienen el relación al acontecimiento. Por ello, tampoco creo conveniente entrar a valorarlo, pues el comportamiento que tengas después de la locura es consecuencia de ese “antes”. No podre juzgar tu irracionalidad cuando tu racionalidad murió en aquel punto. 




Un minuto de silencio: Las grandes locuras acabaron como grandes ideas.

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