“Hola me llamo
Ricardo, tengo 34 años, hace algún tiempo que me fui de casa. Ahora vivo en un
loft en Paseo de Gracia. Estoy soltero y tengo la vida que quiero. No voy a
perder mi tiempo en contaros cual es mi rutina, solo diré que tengo un cargo de
ejecutivo en KPMG Auditorias.
Cuando no estoy en el
trabajo me encanta juntar a mi circulo mas cercano y poder disfrutar de
cualquier momento. Y creerme, en el fondo todos saben que yo soy el mejor
anfitrión.
Disfruto cuidando mi
imagen, normalmente me veras con un traje Hugo Boss y unas gafas de sol Armani.
También, suelo salir por la noche , pero prefiero un bar donde se pueda
propiciar una buena conversión. Mi compañero de batalla, creo que ya sabéis, un
gin tonic”
Hay un momento en el transcurso de un largo minuto en el que
el instante es destruido. La destrucción es un daño muy grande en una cosa
material o inmaterial, algo grande e importante; o mejor dicho, importante para
ti. El momento del que hablamos es inmaterial, porque seria absurdo hablar del
dolor de algo que se puede reemplazar.
No recuerdo exactamente en que punto de aquella semana perdí
el control. Pero en ese punto la locura la convertí en realidad y esa realidad
paso a formar parte de mi vida durante dos días.
Puestos a analizar es bueno saber o determinar que antes de
padecer la locura, hubo un antes y, en consecuencia, un después. Y
posiblemente, evitando el “antes” no se hubiera producido la “locura”. Pero
puestos a seguir analizando, sin el “antes” no existiría el “después”. Y esos
punto que se unen o se separan son los reflexivos que aparecen como créditos de
película después de la auto-destrucción. Se ve necesario entonces, siempre
pensar en el antes y no sólo en el después, de no ser así seria complicado para
el medico conseguir una cura sin saber de donde viene la enfermedad.
El después, es consecuencia y de alguna manera las
consecuencias son pasivas, simplemente vienen el relación al acontecimiento.
Por ello, tampoco creo conveniente entrar a valorarlo, pues el comportamiento
que tengas después de la locura es consecuencia de ese “antes”. No podre juzgar
tu irracionalidad cuando tu racionalidad murió en aquel punto.
Un minuto de silencio: Las grandes locuras acabaron como grandes ideas.
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