A veces la fruta prohibida parece mas dulce.
La vida es la vida y el recorrido es, simplemente, el
recorrido. Formamos un eco-sistema plagado de caminos y senderos por los que
las personas circulamos. En un momento un semáforo pasa del verde al rojo
y mantenemos los pies quietos para ceder
el paso a otras personas que han optado por un sendero diferente. Con la cabeza
alta, firme y hacia arriba seguimos caminando, con el objetivo de llegar,
siempre llegar. ¿a dónde?, supongo que dentro del sistema, en un momento de
nuestra circulación vital, decidimos descarta y elegir un camino; y esto, es lo
que nos define como una determinada persona.
Seguimos andando, y la vida sigue siendo la vida. Andamos
con rumbo directo sin dudar y de repente, algo pasa, encontramos una barrera en
nuestro camino y tenemos diferentes opciones: podemos intentar bordear el muro
o saltarlo, pero hay alguien que se pregunta que habrá detrás de esa pequeña
puerta. Está ahí en medio del muro y tiene una señal casi mas grande que la
misma puerta con un símbolo eléctrico. Entonces surgen las preguntas, el
desconcierto, la incertidumbre. Supongo que en nuestra educación primaria
nuestros formadores, nos enseñaron todo un mundo de posibilidades con su otro
mundo de caminos predeterminados con los que llegar. Pero a alguien en algún
punto se le olvido mencionar la “puerta secreta”. Entendemos lo que es una meta
y lo que es un camino; pero no llegamos a entender lo que es una piedra, una
puerta o un muro que te acorrala. Por este motivo, el ser humano no puede
procesar una vida llena de obstáculos cuando ha conseguido elegir su futuro y
la reacción del cuerpo es la enfermedad, la depresión o desmotivación y apatía
ante la dificultad. Entones, ya no circulas por el eco-sistema, simplemente, te
dedicas a observar con tu paquete de palomitas, y esperas a verlas pasar, para
decidir si quieres volver a formar parte del circulo.
Está ahí, mirando la puerta con la señal, su cabeza intenta
procesar esa información, pero no puede encajar donde meterla, si en: “camino”
o en “meta”. Su cerebro no puede resolver una información que previamente no a
sido introducida en su cerebro. Pese a esto, las ganas de saber, la indecisión,
el dilema no paran de aparecer como preguntas. Pero esa señal indica claramente
que no podemos abrirla, que puede ser peligroso, pero… ¿por qué?. Quiere saber,
y el interés por segundo para a ser una necesidad; donde la única manera de
saciar la sed es adelantar la mano hacia el pomo.
Ahora, la meta del camino pierde sentido para el, solo pasa
una cosa por su cabeza: la puerta en el muro, la fruta prohibida. Y ni siquiera
el pensar las horribles consecuencias son un obstáculo, porque lo único que
importa es probar la droga, el deseo de saber a que sabe la fruta prohibida,
porque seguramente, ese momento será el mas estimulante de su vida.
En un segundo de ese minuto decisivo, el cuerpo reacciona y
la mano se adelanta como reacción impulsiva. Los ojos abiertos y un pequeño
gusanillo en el estomago, el sudor frio con el corazón bombeando. Ahí está, la
fruta prohibida, es una fresa con un color tan intenso que es casi imposible
negarse a probarla. Tu boca siente la textura, tus labios se humedecen y
sientes el frescor. Ese es el motor de tu vida, la droga impedida, porque a
veces, la fruta prohibida parece mas dulce.